Autora: Mónica Esparza Patiño.
Juan era
un niño que siempre estaba contento y al que le encantaba pintar
con
plumones.
Un día su
mamá notó que sus plumones estaban muy gastados y quiso
darle una
sorpresa a su hijo comprándole unos plumenos gruesos.
Cuando
Juan llegó a su casa le dijo su mamá:
. Toma
hijo, espero que te gusten,
- Gracias
mamá, son los plumones más lindos del mundo.
. Puedes
pintar todo lo que quieras con ellos mi tesoro.
De
pronto, a Juan se le ocurrió que podía pintar las paredes de su casa con
plumones,
pues su madre le había dicho que pintara lo que quisiera.
- Pintaré
un arociris por acá y un sol para que mamá esté feliz.
Juan estaba
muy emocionado pintando por todos lados, así sentía que le daba vida a las
paredes de la casa y con tanto color su madre se pondría muy contenta y
orgullosa de el.
Cuando su
mamá llegó a la casa se dio con una ingrata sorpresa,
todas las
paredes de la casa habían sido pontadas por Juan con sus
plumones
nuevos.
- Juan,
lo llamó muy disgustada.
- Te
gusta mamá, era una sorpresa.
- Como
has podido hacer eso.
- Pero
mamita, me dijiste que podía pintar lo que quisiera.
- Me
refería a que lo hicieras en un papel.
- Lo
lamento mucho mamá, lo arreglaré te lo prometo.
Juan se
puso a limpiar las paredes con agua y jabón.
- Ahora
si está como antes.
Cuando su
madre volvió se llevó una gran sorpresa, todo estaba como antes.
- Gracias
hijo lamento haberme enfadado contigo.
- No te
preocupes mamá.
- Juan
tengo una idea, que te parecde si pintas tu habitación como quieras.
- Estás
segura.
- Si
hijo, así podrás plasmar toda tu alegría y amor.
- Gracias
Mamá.
jJuan
abrazó a su mamá y entendió que ella lo alentaba siempre a desarrollar su arte
y que ponerle límites era importante para su desarrollo personal.
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