viernes, 26 de abril de 2013

El niño positivo

El niño positivo


Mónica Esparza Patiño.

Juan era un niño al que le encantaba ayudar a los demás, tenía un espíritu muy positivo

y siempre encontraba una solución a cualquier problema que se le presentara. Se pasaba todo el día viendo quien andaba en problemas y sin que le pidan su ayuda se ofrecía a ayudar.

 

Un día llegó a su casa de la escuela y le dijo a su papá:

- Que afortunado que soy papito, puedo ir a la escuela y aprender algo diferente cada día.

- Y que has aprendido hoy

- Que debemos ir en busca de nuestras metas y no olvidarnos nunca de quienes no tienen

nuestras mismas oportunidades.

Su padre sonrió con orgullo por la respuesta de su hijo, le dio un fuerte abrazo y le dijo:

- Yo estoy muy orgulloso de ti Juan, porque desde niño ya conoces el significado de la verdadera felicidad, dar sin esperar recibir, y tu siempre estas dispuesto a dar mucho amor, por eso es que tienes tantos amigos y todos te quieren a donde vas.

 

-          Pero, papi me gustaría ayudar a muchos niños como yo que no pueden ir a la escuela a aprender a leer.

-          Juan aunque eres aun muy pequeño se que encontrarás la forma de ayudar a muchos niños como tu y que aprenderán a leer, de eso no tengo dudas.

 

Juan se fue contento al jardín y se echó a descansar apreciando el bello atardecer y las inmensas nubes de color blanco que parecían algodones de azúcar que flotaban en la inmensidad del cielo.

 

Las observó con atención y vio formas de animales diversos, vio un cocodrilo, un alce y una gaviota en lo alto del cielo y se le ocurrió una idea. Haré historias sobre los animales y como ellos con positivismo superan cualquier obstáculo en sus vidas, pues estoy convencido de que quien es positivo alcanza todo lo que se propone.

 

Pronto, las historias de Juan y sus animales recorrían todo el pueblo pues eran muy bonitas

y llevaban grandes mensajes para todos. Los niños muy pequeños querían aprender a leerlas. Así también los ancianos que no habían aprendido a leer se esforzaban por hacerlo.

 

En el pueblo todos leian las historias y compartían el positivismo de Juan en cada hogar y

a donde quiera que iban. Ya nadie era pesimista, sino por el contrario vivían con optimismo

y mucha alegría.

 

Pronto, en el pueblo no había nadie que no supiera leer y tuviera ganas de aprender. Juan

estuvo muy contento por haber ayudado a tantas personas y entendió que en la vida

cuando uno más ayuda más grande tiene el espíritu.

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