lunes, 5 de agosto de 2013

Chicki la bebé pianista

Chicki la bebé pianista

Mónica Esparza Patiño

A mi amada Chicki con todo el corazón de tu Monchi.

Chicki era una bebé muy buena y amorosa, tan bella como una rosa, ella había nacido un día después de Santa Rosa. Siempre se esmeraba por ir en busca de sus sueños. Un día su mami le dijo:
Chicki tu serás una gran pianista, nunca lo dudes, no conozco a nadie tan perseverante como tu, debes siempre ir en busca de tus sueños y nunca abandonarlos.
- Lo se mamá, le decía Chicki siempre con una enorme sonrisa en el rostro en el que se formaban dos hermosos ollitos en las mejillas.
Un día Chicki le dijo a mamá:
Tenías razón mami, cada vez voy tocando mejor las piezas, ven y escúchame.
Y su mamá se sentaba con ella y la aplaudía y acompañaba en sus prácticas de piano.
Un día fue el primer recital de Chicki y ella se puso muy nerviosa pues era pequeñita y el piano de cola le queda enorme.
- Mami, le dijo, crees que podré lograrlo.
- Claro que lo lograrás Chicki no debes temer, has practicado mucho tus melodías y lo harás muy bien.
En el momento que Chicki subió al escenario lo vio gigante pero recordó los consejos de su mami y Chicki tocó tan bello que todos la aplaudieron.
Cuando Chicki creció fue una de las más grandes pianistas, su sencillez y belleza interior resplandecían como rayos de luz en los escenarios donde ella tocaba y era aplaudida por muchos corazones.

                                                                             FIN

Bodi, que tu música sea para el Niño Dios

Bodi, que tu música sea para el Niño Dios
Mónica Esparza Patiño.

" A mi amada Bodi con todo mi corazón de tu Monita"

Mamá incentivaba siempre a Bodi a desarrollar sus talentos y Bodi siempre había querido aprender a tocar el violín. Al principio le costaba levantarse temprano los sábados para ir a su clase de violín y adaptarse al nuevo instrumento pero poco a poco y con mucha dedicación lo iba haciendo muy natural.

Un día no le salía bien tocar el violín porque quería apresurarse y tocar muy rápido.
- Me rindo dijo Bodi, nunca podré lograrlo.
Su mamá le agarró de la mano y le dijo a Bodi
- Bodi todo en esta vida se hace con paciencia, paso a paso lo irás logrando.
- Mami lo qué pasa es que quiero tocar hermoso el violín.
 Y su mamá le contestó:
- Pídele a la Virgen María que te de la gracia de tocar hermoso el violín para el niño Dios, pídele con todo tu corazón Bodi y prométele que siempre tocaras el violín para alegrar a Dios.
Bodi cerró sus hermosos ojos verdes tan bellos como las estrellas del cielo y muy pronto, Bodi pudo tocar el violín con una música angelical.
Ella entendió que el don que tenía debía de usarlo siempre para llevar con su melodía amor, paz, alegría y esperanza a muchos corazones.
Bodi nunca olvidó su promesa y tocó el violín toda su vida con alegría y esperanza para el niño Dios.

jueves, 23 de mayo de 2013

La Felicidad



La Felicidad

Mónica Esparza

La felicidad no está en el oro,
ni en el dinero.
La felicidad está en entender cada día
que Dios vive en nuestro corazón.
Es encontrar a Jesús,
en los niños y olvidados.
Es vivir cada día con optimismo.
Es poderse levantar después de una caida
.
Es vivir con el corazón lleno de esperanza.
Es soñar y alcanzar tus sueños.
Es vivir sin temores por la vida.
La felicidad está en tu interior y no en las cosas externas.

miércoles, 22 de mayo de 2013

Al otro lado del puente



Al otro lado del puente

Mónica Esparza Patiño

 

Chiqui y Bodo querían conocer el Templo de las manos cruzadas de la cultura Kotosh pero sentían un poco de temor al ver el inmenso y muy largo puente colgante que había de cruzar para empezar la caminata. Bodo retrocedió y dijo:

-          No voy a cruzarlo.

Pero Chiqui si quería y dio unos cuantos pasos.

Su madre la tomó de la mano a chiqui y le dijo:

-          No debes cruzarlo sola dame la mano.

Bodo ya se quería ir y su padre la convenció diciéndole:

-Yo te cargaré hasta el otro lado del puente así te sentirás segura. Bodo era la más pequeña, al ir en los brazos de su padre se sentía muy segura y empezó a apreciar la belleza que había alrededor del paisaje, incluso vio por debajo del puente pasar a un rebaño de ovejas y también a muchas llamas.

- Mira papá, cuántas ovejas, repetía Bodo con emoción.

Debajo del puente había un río que se movía mucho, por lo que la mamá le dijo:

-          No mires hacia abajo Chiqui, iremos despacio pero seguro. Recuerda que para mantener el equilibrio no debes balancearte hacia los lados, iremos por el centro del puente.

A  Chiqui nunca se le olvidaron las palabras de su madre, el equilibrio no solo le servía para cruzar el puente sino para toda su vida. Entendió que las mejores cosas de la vida se van alcanzando a paso lento pero seguro, con paciencia y perseverancia.

Al llegar al otro lado del puente, Chiqui, Bodo, su mamá y papá emprendieron la caminata hacia el templo de las manos cruzadas, al verlo se dieron cuenta que una mano era de un hombre y la otra de una mujer, lo que significaba el complemento.

Aquel viaje hacia el templo de las manos cruzadas sería un viaje inolvidable que Chicki y Bodo guardarían en sus corazones para siempre.

viernes, 26 de abril de 2013

Un mensaje de paz de una madre a sus hijas





Un mensaje de paz de una madre a sus hijas

Mónica Esparza Patiño.

Había una vez una señora muy buena que le encantaba hacer felices a los demás y llevar mensajes de esperanza a los corazones desesperanzados. Un día la señora les preguntó a sus pequeñas hijas como sería vivir en un mundo de paz.

Las pequeñas respondieron a la vez: Si todos somos buenos con los demás viviremos en paz.

La madre les explicó que la paz se sembraba en el corazón de la gente cuando con un gesto amable se les ayudaba.

Las niñas al crecer empezaron a recorrer el mundo ayudando a la gente más necesitada, a amigos que sufrían lejos y cerca de ellas.

Pronto el mensaje de su madre llegaba a todos lados y cruzaba ríos y mares.

Cuando la mamá fue anciana sus hijas se preocupaban de ella todo el día y antes de partir al cielo ella les preguntó:

-          Creen queridas hijas que he sido una buena madre con ustedes.

Las dos contestaron en coro:

-          Te amamos mamá, has sido una muy buena madre, muy cariñosa, una gran amiga y sobre todo nos has inculcado desde pequeñas a vivir en Paz y a ayudar a los demás a que encuentren la verdadera paz, la espiritual, la que solo Dios te puede dar, cuando uno se preocupa más en ayudar al prójimo.

 

La madre cerró los ojos, con su corazón rebosante de felicidad de saber que sus hijas habían comprendido que la paz la podemos vivir en la tierra cuando ayudamos a los demás.

 

El niño positivo

El niño positivo


Mónica Esparza Patiño.

Juan era un niño al que le encantaba ayudar a los demás, tenía un espíritu muy positivo

y siempre encontraba una solución a cualquier problema que se le presentara. Se pasaba todo el día viendo quien andaba en problemas y sin que le pidan su ayuda se ofrecía a ayudar.

 

Un día llegó a su casa de la escuela y le dijo a su papá:

- Que afortunado que soy papito, puedo ir a la escuela y aprender algo diferente cada día.

- Y que has aprendido hoy

- Que debemos ir en busca de nuestras metas y no olvidarnos nunca de quienes no tienen

nuestras mismas oportunidades.

Su padre sonrió con orgullo por la respuesta de su hijo, le dio un fuerte abrazo y le dijo:

- Yo estoy muy orgulloso de ti Juan, porque desde niño ya conoces el significado de la verdadera felicidad, dar sin esperar recibir, y tu siempre estas dispuesto a dar mucho amor, por eso es que tienes tantos amigos y todos te quieren a donde vas.

 

-          Pero, papi me gustaría ayudar a muchos niños como yo que no pueden ir a la escuela a aprender a leer.

-          Juan aunque eres aun muy pequeño se que encontrarás la forma de ayudar a muchos niños como tu y que aprenderán a leer, de eso no tengo dudas.

 

Juan se fue contento al jardín y se echó a descansar apreciando el bello atardecer y las inmensas nubes de color blanco que parecían algodones de azúcar que flotaban en la inmensidad del cielo.

 

Las observó con atención y vio formas de animales diversos, vio un cocodrilo, un alce y una gaviota en lo alto del cielo y se le ocurrió una idea. Haré historias sobre los animales y como ellos con positivismo superan cualquier obstáculo en sus vidas, pues estoy convencido de que quien es positivo alcanza todo lo que se propone.

 

Pronto, las historias de Juan y sus animales recorrían todo el pueblo pues eran muy bonitas

y llevaban grandes mensajes para todos. Los niños muy pequeños querían aprender a leerlas. Así también los ancianos que no habían aprendido a leer se esforzaban por hacerlo.

 

En el pueblo todos leian las historias y compartían el positivismo de Juan en cada hogar y

a donde quiera que iban. Ya nadie era pesimista, sino por el contrario vivían con optimismo

y mucha alegría.

 

Pronto, en el pueblo no había nadie que no supiera leer y tuviera ganas de aprender. Juan

estuvo muy contento por haber ayudado a tantas personas y entendió que en la vida

cuando uno más ayuda más grande tiene el espíritu.

Mumu la vaquita cantora


Mumú la vaquita cantora


 
 
Mónica Esparza Patiño

 

En una granja vivía mumu una vaquita muy grande con enormes manches negras

a la que le gustaba cantar bajito mientras la ordeñaban.

 

Ella era muy feliz cantando y movía las patitas de arriba a abajo y de

derecha a izquierda siempre bailando.

 

Sin embargo, ningún animal la podía escuchar porque se melodía la entonaba

bajito a propósito para que nadie la oyera.

 

Un día una paloma que hizo su nido cerca de la granja pudo escuchar a mumu

cantar:

 

- mumu que divertido es vivir bailando y disfrutar la alegría de jugar cantando.

 

La paloma no lo podía creer, era la canción más linda que había oído jamás,

pues tenía mucho ritmo.

 

Era tan bonita que sus pajaritos bailaban dentro de su cascarón al compás

de la música.

 

De inmediato se le acercó y le dijo:

 

- Mumu, por qué escondes tu dulce voz.

- Es que soy un poco tímida, respondió escondiendose.

- Pero vale la pena vencer la timidez, hazlo y verás que bien te va.

- tu lo crees.

-Claro que si, estás privando a todos de escuchar tu linda voz.

-Está bien así lo haré.

 

Un día cuando el gallo Paco cantó como de costumbre su kikiriki temprano, mumu

lo acompañó en su canto a viva voz.

 

De todos lados venían animales admirados por tan linda melodía y

la felicitaban con aplausos:

- Mumu cantas muy bien.

- Deberías despertarnos tu con tu lindo canto, le dijo el cerdo.

 

Al que no le dio mucho gusto fue al gallo Paco al que nadie felicitó.

 

El gallo cogió sus maletas y se fue lejos de la granja pues pensó

que ya nadie lo necesitaba allí, ahora tenían a su vaquita cantora.

 

Mumu se puso muy triste y corrió en busca de su amigo a quien le dijo:

- Por favor no te vayas, tu canto es muy valioso para nosotros, nos encanta

oirte cantar cuando sale el sol.

- Estas segura.

- Si, todos queremos que vuelvas.

 

Paco regresó a la granja y cantó en compañía de mumu quienes fueron muy

felices llevando alegría a los corazones de todo los animales del mundo.

 

Los plumones de Juan

Los plumones de Juan




Autora: Mónica Esparza Patiño.


Juan era un niño que siempre estaba contento y al que le encantaba pintar

con plumones.

 

Un día su mamá notó que sus plumones estaban muy gastados y quiso

darle una sorpresa a su hijo comprándole unos plumenos gruesos.

 

Cuando Juan llegó a su casa le dijo su mamá:

 

. Toma hijo, espero que te gusten,

- Gracias mamá, son los plumones más lindos del mundo.

. Puedes pintar todo lo que quieras con ellos mi tesoro.

 

De pronto, a Juan se le ocurrió que podía pintar las paredes de su casa con

plumones, pues su madre le había dicho que pintara lo que quisiera.

 

- Pintaré un arociris por acá y un sol para que mamá esté feliz.

 

Juan estaba muy emocionado pintando por todos lados, así sentía que le daba vida a las paredes de la casa y con tanto color su madre se pondría muy contenta y orgullosa de el.

 

Cuando su mamá llegó a la casa se dio con una ingrata sorpresa,

todas las paredes de la casa habían sido pontadas por Juan con sus

plumones nuevos.

 

- Juan, lo llamó muy disgustada.

- Te gusta mamá, era una sorpresa.

- Como has podido hacer eso.

- Pero mamita, me dijiste que podía pintar lo que quisiera.

- Me refería a que lo hicieras en un papel.

- Lo lamento mucho mamá, lo arreglaré te lo prometo.

 

Juan se puso a limpiar las paredes con agua y jabón.

- Ahora si está como antes.

 

Cuando su madre volvió se llevó una gran sorpresa, todo estaba como antes.

- Gracias hijo lamento haberme enfadado contigo.

- No te preocupes mamá.

- Juan tengo una idea, que te parecde si pintas tu habitación como quieras.

- Estás segura.

- Si hijo, así podrás plasmar toda tu alegría y amor.

- Gracias Mamá.

 

jJuan abrazó a su mamá y entendió que ella lo alentaba siempre a desarrollar su arte y que ponerle límites era importante para su desarrollo personal.

 

Dónde está el abuelo


Dónde está el abuelo
 
Mónica Esparza Patiño
 
Rodrigo era un niño muy inocente y amoroso, quien vivía con sus padres y todas las tardes

lo venía a visitar y a llevar al parque su abuelo para volar su cometa por el cielo azul.

 

El era muy feliz en compañía de su abuelo con quien disfrutaba conversando sobre su vida pues era

muy ameno y gracioso. Su abuelo compartía con el la alegría de vivir y siempre le contaba historias sobre su vida, las que eran muy emocionantes para Rodrigo.

 

- Abuelo, como quisiera volar como mi cometa.

 

- Algún día todos volaremos por el cielo, solía decirle su abuelo.

 

- Tú crees.

 

- Estoy seguro Rodrigo.

 

Una tarde de otoño Rodrigo se acercó a buscar a su mamá en la cocina y la encontró muy triste.

 

- Qué te sucede mamá, le preguntó confundido.

 

- El abuelo se ha ido hijito.

 

- ¿A dónde?, le preguntó con curiosidad.

 

- Al cielo.

 

- Y cuándo regresa el abuelo.

 

- Cuando reciba sus alas de ángel, respondió su mamá.

 

- Que bueno mamá, entonces el abuelo será el ángel que me cuidará desde el cielo.

 

Rodrigo se dirigió a su cuarto y mientras miraba por la ventana a los pajaritos volar con sus pequeñas

alas, se le ocurrió una gran idea.

 

- Haré mis propias alas de papel, se dijo con entusiasmo.

 

Empezó a recortar el papel de su cometa que tanto apreciaba y una vez que terminó, las colocó

en sus brazos y empezó a correr.

 

- Mamá, mira ahora estoy listo.

 

- ¿A dónde vas con esas alitas?

 

- ¡Al cielo a visitar al abuelo!

 

Su mamá se enterneció por la respuesta inocente de su hijo y le dijo:

 

- Mira Rodrigo, en esta vida cuando nos llega la hora de partir si nos portamos bien y nos amamos los unos a los otros, como tu abuelo lo hacía, vamos directo un lugar muy bonito donde cada uno hace lo que más le gusta y hay alegría y paz y a ese lugar le llamamos cielo.

 

- Yo quiero ir al cielo mamá.

 

Si, pero la vida aquí en la tierra también es muy hermosa y para todo hay tiempo, hasta para partir.

 

- ¿Eso quiere decir que no voy a poder estar junto a mi abuelo?

 

- Con tu abuelo siempre vas a estar porque el vive en tu corazón.

 

- Tienes razón mamá yo siempre lo voy a querer.

 

- ¿Y cómo sabré que ya está en se lugar bonito y está feliz?

 

- Cuando escuches sonar las campanas.

 

Ese día al medio día sonaron las campanas de la iglesia del pueblo y Rodrigo abrazó a su madre

de felicidad al saber que su abuelo estaba bien y feliz, y que desde el cielo los veía y cuidaba.

 

 

El osito Rufus


.El osito Rufus

 
Mónica Esparza Patiño.

En un bello jardín se encontraba el pequeño Rufus, un osito panda muy travieso, al que le encantaba descubrir cada día algo diferente. Un día quiso alejarse un poco de su hogar en las montañas pues quería conocer un gran circo.

Su madre le había advertido muchas veces que en la vida no todo es color de rosa pues su especie estaba en peligro y no debía de alejarse demasiado.

 Sin embargo, Rufus tenía muchas ganas de ir pues había escuchado que los circos eran mágicos, y que podría ver al hombre más fuerte del mundo, malabaristas, equilibristas y domadores de leones.

 De pronto vió un cartel del circo con una flecha a la derecha:

 

-          Ya llegué, este debe ser el gran circo, que emoción, se dijo.

 

Cuando lo vieron otros animales trataron de advertirle del peligro diciéndole:


-          No te acerques, si te ven no podrás escapar.

-          ¿A qué se refieren?, preguntó.

-          Nosotros no estamos aquí por nuestra voluntad.

-          Pero yo quiero ver el espectáculo y la magia del circo.

-          Mejor regresa a salvo con tu famila y da marcha atrás.

Rufus fue capturado y encerrado en una celda, lo querían para que sea parte del espectáculo del oso. Rufus estaba muy asustado y solo quería volver a casa.


 

Poco a poco fue aprendiendo a hacer equilibrio en la cuerda floja, la gente llegaba con mucha emoción para ver a al osito rufus hacer sus piruetas.

 

Un día el encargado del circo al ver la carita del osito notó que estaba muy triste y le dio tanta pena que dejó la reja abierta a propósito para que pueda huir.

 

Rufus salió disparado y pudo regresar sano y salvo a su casa en donde su madre muy feliz lo recibió con todo su amor. Rufus aprendió que uno siempre debe de seguir los sabios consejos de la gente buena.