Un milagro en Semana Santa
Mónica Esparza
María quería vivir la Semana
Santa con mucho espíritu pero no tenía
idea de qué hacer pues miraba su
bolsillo y no encontraba más que unas
cuantas monedas.
Entonces vió a un
niño en el parque sentado en una banca muy solitario
y decidió hablarle.
-
Hola niño qué haces tan solo.
- Mi padre me envió aquí para ayudar a la
gente.
- Ayudar de qué forma si eres tan pequeño.
- A qué vivan felices y
llenos de amor.
- Y cómo un niño tan pequeño puede hacer eso.
- Es fácil,
cumpliendo sus mandamientos y transmitiendo todo mi amor y
alegría
contagiante a los demás y sonrió.
De pronto, los ojos de María no lo podian
creer, el niño estaba
rodeado por una aureola amarilla y rayos brillantes en
todo su
esplendor.
Cuando por fin se dio cuenta que el niño era el niño
Dios él desapareció.
María sintió un amor inmensurable en todo su corazón,
tenía ganas de
ayudar a todo el mundo,a los niños, a los ancianos, a los
olvidados, a
los enfermos, a los tristes, a los que no conocen a Jesús y a
los que
lo niegan. Y se diio cuenta que en la Semana Santa suceden
milagros
cuando abrimos el corazón.
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