Mónica Esparza Patiño.
En un bello jardín se encontraba el pequeño Rufus, un osito
panda muy travieso, al que le encantaba descubrir cada día algo diferente. Un
día quiso alejarse un poco de su hogar en las montañas pues quería conocer un
gran circo.
Su madre le había advertido muchas veces que en la vida no
todo es color de rosa pues su especie estaba en peligro y no debía de alejarse
demasiado.
-
Ya llegué, este debe ser el gran circo, que
emoción, se dijo.
Cuando lo vieron otros animales trataron de advertirle del
peligro diciéndole:
-
No te acerques, si te ven no podrás escapar.
-
¿A qué se refieren?, preguntó.
-
Nosotros no estamos aquí por nuestra voluntad.
-
Pero yo quiero ver el espectáculo y la magia del
circo.
-
Mejor regresa a salvo con tu famila y da marcha
atrás.
Rufus fue capturado y encerrado en una celda, lo querían para que sea parte
del espectáculo del oso. Rufus estaba muy asustado y solo quería volver a casa.
Poco a poco fue aprendiendo a hacer equilibrio en la cuerda
floja, la gente llegaba con mucha emoción para ver a al osito rufus hacer sus
piruetas.
Un día el encargado del circo al ver la carita del osito
notó que estaba muy triste y le dio tanta pena que dejó la reja abierta a
propósito para que pueda huir.
Rufus salió disparado y pudo regresar sano y salvo a su casa
en donde su madre muy feliz lo recibió con todo su amor. Rufus aprendió que uno
siempre debe de seguir los sabios consejos de la gente buena.
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