Suertudo
y yo
Mónica Esparza Patiño.
Víctor era un niño muy bueno que vivía en un puerto lejos de la gran
ciudad. Tenía una casa muy grande con unos techos altos y bellos, que
le hacía pensar que vivía en un castillo.
Un día su mamá le pidió que vaya a darle zanahorias a los conejos, a
el le aburría hacerlo pero pronto empezó a divertirse con ellos
haciendo trucos de magia.
Sucedió que de tanto jugar empezó a notar que todos los conejos eran
diferentes, algunos grandes, otros pequeños, unos gordos y otros
flacos. Pero uno de ellos le llamó mucho la atención pues tenía una
oreja para arriba y otra doblada. Le gustó tanto que le puso suertudo.
Jugaga a diario con suertudo el que rápidamente se convirtió en su
amigo y en su conejo favorito.
Los otros conejos celosos de la suerte de suertudo le dijeron que la
amistad con Victor se acabaría pronto, pues cuando el fuera un mago
famoso ya no le serviría, pues jamás lo pondría en su show por sus
orejas disparejas.
Suertudo se fue lejos y Victor sufrió mucho su pérdida. Su padre lo
consoló y le dijo: No te preocupes, el volverá, cuando damos amor a
nuestros amigos ellos siempre regresan.
Pasó el tiempo y un día mientras Victor jugaba en un parque vio que un
arbusto se movía y un rabito se podía ver por el costado. Encontró
para su sorpresa un conejo muy grande y hermoso con una oreja parada y
otra doblada:
Suertudo, le dijo gritando de emoción, volviste, sabía que vendrías.
Víctor abrazó a su amigo y suertudo se convirtió en su estrella en su
show de magia, aprendió que cuando uno encuentra un amigo, la amistad
es para siempre.
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